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No cabe ninguna duda de que a la psicosociología aplicada se le ha dado en los últimos años la importancia que merece. Evaluar los riesgos psicosociales resulta obligatorio dentro de cualquier organización y esta evaluación debe ser el punto de partida.
Los criterios de cómo llevar a cabo este análisis quedan claramente especificados en el Criterio Técnico de Inspección de Trabajo núm. 104/2021, pero ¿qué ocurre con las medidas derivadas de la evaluación psicosocial?. Sean cuales sean, debemos partir de una serie de premisas.
Las medidas de prevención o de intervención deben ser medidas específicas y realistas, en función de los resultados obtenidos tanto en la evaluación cuantitativa como en la evaluación cualitativa.
Además, hemos de pensar que a la hora de proponer medidas no debemos construir castillos en el aire; la mejora de las condiciones de seguridad y salud en al ámbito psicosocial debe partir de una base fuerte y estable, y nuestras primeras medidas deberían ir encaminadas a establecer mecanismos que ayuden a ello. De nada nos serviría, por ejemplo, proponer una sesión formativa con el mejor especialista en motivación si, a la hora de la verdad, tenemos carencias en las medidas de conciliación. Por ello, fijar prioridades resulta fundamental en esta planificación.
Las medidas de prevención e intervención deben tener un sentido, una finalidad, y es desde ahí desde donde el servicio de prevención y la organización deberían empezar a trabajar: nosotros como instrumento de detección de las necesidades a nivel psicosocial y la organización como aplicador de las medidas propuestas. Nos movemos en un campo totalmente desconocido para la mayoría de las organizaciones y por eso, es importante trabajar de manera conjunta.
Muchas de las medidas a implantar irán directamente relacionadas con el campo de trabajo de los departamentos de Recursos Humanos, y la colaboración de estos resulta fundamental para el éxito de la implantación de las medidas propuestas; un buen desarrollo de las fichas de análisis de puestos, una correcta comunicación interna fluida y transparente y una planificación formativa acorde a las necesidades de cada puesto de trabajo parten de este departamento.
Hablábamos anteriormente del sentido y la finalidad que deben tener estas medidas. Preguntarnos ¿para qué? nos puede ayudar a desarrollar medidas con conexión, con sentido, lo contrario puede suponer que nuestros colaboradores y colaboradoras, primero, no las perciban como una mejora para su salud personal y organizacional y, segundo, no las valoren.
Pensemos en todo ello cuando, una vez analizados los datos, valoremos cuáles son las medidas necesarias para los riesgos detectados. Pensemos, además, en las políticas preventivas empresariales, políticas de tolerancia cero a situaciones de violencia; pensemos en crear espacios de trabajo de respeto; pensemos en los estilos de liderazgo y no olvidemos que, en muchísimas ocasiones, la implantación de estas medidas no requiere de una inversión económica sino del convencimiento de saber que otra forma de trabajo es posible.
La aplicación de las medidas derivadas de la evaluación de riesgos psicosociales resulta indispensable para la mejora del bienestar laboral, pero, lo más importante de todo ello, es la creencia por nuestra parte, la del técnico de prevención, de la importancia de esta evaluación y de la importancia de generar cultura preventiva a nivel psicosocial. Solo así podremos conseguir un cambio de visión organizacional que beneficie a las personas trabajadoras y, por tanto, a la organización.
Autora: Gema Cano de la Casa – Técnico de OTP Alicante

T茅cnico Superior en Prevenci贸n de Riesgos Laborales. Directora T茅cnica Delegaci贸n OTP Alicante y profesora del M谩ster de Prevenci贸n de Riesgos Laborales de la UMH.